lunes, 10 de septiembre de 2012

Señor, ven conmigo

Señor, ven conmigo

"Moisés le dijo: -Si no vas a acompañarnos, no nos pidas que salgamos de aquí". Éxodo 33:15 (Traducción en Lenguaje Actual)
Cuando aprendí la historia bíblica sobre José, el hebreo, durante mi niñez en una iglesia, quedó grabado en mi mente un concepto que parecía ser fundamental.
La frase "más Jehová estaba con José, y fue varón próspero..." , de Génesis 39:2, se pegó en mi mente (y sobre todo en mi corazón) como prueba de una señal inquebrantable.
Los escritores bíblicos marcaron la presencia de Dios con José durante sus momentos más difíciles, como cuando fue llevado como esclavo a la casa de Potifar y cuando estuvo encerrado en la cárcel.
Fue tan fuerte esa presencia en la vida de ese hombre, que aún muchos años después, el escritor del libro de Hechos vuelve a mencionar que José fue vendido por sus hermanos, pero que Dios estuvo con él y lo libró de todas sus tribulaciones (Hechos 7:9-10).
Esa historia me impresiona. No logro imaginar todas las angustias, dolor, resentimiento, soledad y crisis emocionales que pudo haber sufrido un joven que fue rechazado por sus hermanos y alejado de su casa, su familia y su país. Sin duda, la presencia de Dios marcó la diferencia.
Más adelante, otra historia de la Biblia, insiste en la importancia de contar con la presencia de Dios.
Moisés, que tenía el reto de conducir al pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida, no se atrevió a emprender ni un solo plan sin antes asegurarse de que Dios iría con él.
En lo personal, cuando estoy por iniciar un nuevo reto, una decisión o un nuevo empleo, y cuando paso momentos de tensión o dificultades, levanto mi voz al cielo y le pido a Dios que venga conmigo.
Definitivamente, la presencia de Dios debe acompañarnos. Buscarla es algo que te corresponde a ti a mi.
Oración:
Señor, no hay nada que pueda hacer si tu presencia no está conmigo. Mis propias fuerzas, mis intentos, mis conocimientos y mi intelecto son limitados, así que clamo hoy a ti, para que estés conmigo, como estuviste con José y como estuviste con Moisés. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
Escrito por Alexis Chacón Valverde, CBN Costa Rica.

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lunes, 10 de septiembre de 2012

Señor, ven conmigo

Señor, ven conmigo

"Moisés le dijo: -Si no vas a acompañarnos, no nos pidas que salgamos de aquí". Éxodo 33:15 (Traducción en Lenguaje Actual)
Cuando aprendí la historia bíblica sobre José, el hebreo, durante mi niñez en una iglesia, quedó grabado en mi mente un concepto que parecía ser fundamental.
La frase "más Jehová estaba con José, y fue varón próspero..." , de Génesis 39:2, se pegó en mi mente (y sobre todo en mi corazón) como prueba de una señal inquebrantable.
Los escritores bíblicos marcaron la presencia de Dios con José durante sus momentos más difíciles, como cuando fue llevado como esclavo a la casa de Potifar y cuando estuvo encerrado en la cárcel.
Fue tan fuerte esa presencia en la vida de ese hombre, que aún muchos años después, el escritor del libro de Hechos vuelve a mencionar que José fue vendido por sus hermanos, pero que Dios estuvo con él y lo libró de todas sus tribulaciones (Hechos 7:9-10).
Esa historia me impresiona. No logro imaginar todas las angustias, dolor, resentimiento, soledad y crisis emocionales que pudo haber sufrido un joven que fue rechazado por sus hermanos y alejado de su casa, su familia y su país. Sin duda, la presencia de Dios marcó la diferencia.
Más adelante, otra historia de la Biblia, insiste en la importancia de contar con la presencia de Dios.
Moisés, que tenía el reto de conducir al pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida, no se atrevió a emprender ni un solo plan sin antes asegurarse de que Dios iría con él.
En lo personal, cuando estoy por iniciar un nuevo reto, una decisión o un nuevo empleo, y cuando paso momentos de tensión o dificultades, levanto mi voz al cielo y le pido a Dios que venga conmigo.
Definitivamente, la presencia de Dios debe acompañarnos. Buscarla es algo que te corresponde a ti a mi.
Oración:
Señor, no hay nada que pueda hacer si tu presencia no está conmigo. Mis propias fuerzas, mis intentos, mis conocimientos y mi intelecto son limitados, así que clamo hoy a ti, para que estés conmigo, como estuviste con José y como estuviste con Moisés. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
Escrito por Alexis Chacón Valverde, CBN Costa Rica.

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