domingo, 6 de noviembre de 2011

Un milagro moderno

 

Un milagro moderno

Léase Léase Lucas 6.27-36
Todo esto es la obra de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el encargo de anunciar la reconciliación.
- 2 ª a los Corintios 5.18 (VPEE)
Las palabras de Pablo citadas arriba me recuerdan la reconciliación que está llevándose a cabo en Ruanda desde el genocidio de hutus y tutsis. Los responsables de los crímenes merecen castigos fuertes, quizás la muerte, pero el gobierno de Ruanda ofrece una alternativa sanadora. La mayoría de las personas que admiten su culpa, confiesan y piden perdón a las familias de las víctimas pueden recibir una sentencia reducida.
Sólo puedo imaginarme la agonía de una persona si yo tuviera que confesar acciones despreciables y pedirle perdón. Más difícil es ver a alguien que haya matado a uno de mis seres queridos, escuchar los detalles y pedirle a la corte que los perdone. Pero en Ruanda y otros países africanos, el perdón no sólo se busca y concede; hay una reconciliación genuina.
Algunos ofensores tratan de hacer enmiendas: ayudando a reconstruir una comunidad que destruyeron o sosteniendo a una viuda. Estos actos son signos maravillosos de la gracia de Dios y un ejemplo de lo que nos pide. No importa el tamaño de la ofensa, Cristo nos llama a reconciliarnos unos con otros.

Autor

Sra. Dolores Klinsky Walker (Washington, EUA)

Pensamiento para el día

La reconciliación puede ser difícil, pero es el camino de Dios.

Oración

Señor, concédenos la determinación para reconciliarnos con quienes hemos ofendido o nos han ofendido. Amén.
Oremos:

Por quienes no han tratado de perdonar.

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domingo, 6 de noviembre de 2011

Un milagro moderno

 

Un milagro moderno

Léase Léase Lucas 6.27-36
Todo esto es la obra de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el encargo de anunciar la reconciliación.
- 2 ª a los Corintios 5.18 (VPEE)
Las palabras de Pablo citadas arriba me recuerdan la reconciliación que está llevándose a cabo en Ruanda desde el genocidio de hutus y tutsis. Los responsables de los crímenes merecen castigos fuertes, quizás la muerte, pero el gobierno de Ruanda ofrece una alternativa sanadora. La mayoría de las personas que admiten su culpa, confiesan y piden perdón a las familias de las víctimas pueden recibir una sentencia reducida.
Sólo puedo imaginarme la agonía de una persona si yo tuviera que confesar acciones despreciables y pedirle perdón. Más difícil es ver a alguien que haya matado a uno de mis seres queridos, escuchar los detalles y pedirle a la corte que los perdone. Pero en Ruanda y otros países africanos, el perdón no sólo se busca y concede; hay una reconciliación genuina.
Algunos ofensores tratan de hacer enmiendas: ayudando a reconstruir una comunidad que destruyeron o sosteniendo a una viuda. Estos actos son signos maravillosos de la gracia de Dios y un ejemplo de lo que nos pide. No importa el tamaño de la ofensa, Cristo nos llama a reconciliarnos unos con otros.

Autor

Sra. Dolores Klinsky Walker (Washington, EUA)

Pensamiento para el día

La reconciliación puede ser difícil, pero es el camino de Dios.

Oración

Señor, concédenos la determinación para reconciliarnos con quienes hemos ofendido o nos han ofendido. Amén.
Oremos:

Por quienes no han tratado de perdonar.

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