Pececitos de papel
Léase Mateo 12.34-35
Jesús dijo: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.
En un culto para niños, nuestro pastor colocó un pececito de papel celofán en la palma de su mano. Unos segundos después, le ordenó al pez que saltara y éste lo hizo. Más tarde el pastor explicó el truco: el pececito se curva y salta cuando el papel celofán se calienta con la temperatura de la mano. En ese momento, el pastor le ordena saltar y el pez cae de su mano. Aunque el pastor explicó el truco, nuestra hija de 4 años comentó en casa: «¿Vieron lo que hace el pastor? ¡Le dice al pececito que salte y el pez lo hace!». Volvimos a explicarle la razón por la cual el pez salta. Ella contestó: «Pero el pez le hace caso al pastor y salta cuando él se lo dice». Fue inútil reiterar la explicación. Lo que ella había visto hablaba más de lo que nuestras palabras pudieran explicar. Vemos la misma condición cuando hablamos sobre el reino de Dios y su amor. No importa cuán elocuentes sean nuestras palabras, estas serán poco convincentes si no son coherentes con nuestras vidas. Sólo cuando Dios vive en nuestros corazones y su amor se refleja en nuestras acciones los demás oirán el mensaje que proclamamos.
- Juan 13.35 (RVR)
No hay comentarios:
Publicar un comentario